Asesinada una joven activista trans en Pakistán acribillada a balazos: La triste realidad de las “khwaja seras”
Alisha, una activista trans pakistaní de 23 años de edad, ha fallecido este miércoles en la ciudad de Peshawar a consecuencia de las heridas de bala después de que se le denegara la atención médica de urgencias tanto en los pabellones masculinos como femeninos en el hospital Lady Reading. Según testigos presenciales, la joven fue acribillada por una banda criminal que explota a la comunidad transexual el pasado domingo. La víctima recibió ocho impactos de bala en plena calle.
Amar Naseem, coordinadora del grupo de derechos de los transexuales, Venas Azules, denunció ante el periódico The Express Tribune que el hospital no proporcionó a Alesha en un primer momento la atención de urgencias porque ella era transexual. Sin embargo, un portavoz del hospital que tiene 1.750 camas, explicó que “sólo estaba actuando de acuerdo con las norma de admisión”.
A Alesha le dejaron en una cama sin cortinas en un pasillo al lado de un cuarto de baño.
Las mujeres del grupo de defensa trans, Khyber Pakhtunkhwa-Trans Action Alliance, donde había trabajado Alisha como coordinadora, compartieron en las redes sociales que fueron acosadas por el personal masculino del hospital mientras esperaban que Alisha fuera atendida. Los hombres que se les acercaron, les pidieron sus números de teléfono, la cantidad que cobran por un baile, y si “realizaban sexo”, denunció el grupo.
Alisha fue finalmente trasladada a una sala VIP para recibir tratamiento después de que el director médico del hospital intervino pero este miércoles por la mañana murió a consecuencia de la gravedad de sus heridas.
En diciembre pasado, Alisha intervino en una protesta a favor de los derechos trans a las puertas del Club de Prensa de Peshawar donde denunció la falta de atención a las personas transgénero en el país. “Somos el segmento más vulnerable de la sociedad, sin embargo, el gobierno se niega a proporcionarnos y reconocer nuestros derechos debido”, se lamentó. Alesha también compartió que ella fue abandonada por su padre y sus hermanos y que se dedicaba a bailar para ganar dinero y poder mantenerse a sí misma y ayudar a su madre y sus hermanas con los que todavía se mantenía en contacto.
Una amiga y compañera activista, Farzana Ene, dijo que Alisha recibió amenazas de una banda que extorsiona a las personas trans antes de que ella fuera atacada. “Las personas trans son facilmente dirigidas porque son físicamente débiles y no tienen apoyo social”, dijo Farzana a Los Angeles Times. Esta miembro de Trans Acción también contó que la banda obliga a mujeres trans a hacer películas pornográficas.
El grupo de derechos trans reveló que Alisha es el quinto miembro que es atacado este año.
Ayer al mediodía, Trans Acción llevó el cuerpo de Alisha ante la jefatura de policía de Faqirabad como protesta y les reclamó a los funcionarios y al gobierno que tomen medidas contra sus asesinos. La policía ha presentado un primer informe, después de realizar una investigación, y ya tiene un sospechoso llamado Fazal Gujjar pero dudan que las autoridades hagan algo para que caiga sobre el culpable o culpables el peso de la ley.
La población trangénero de Pakistán están mejor vistos que los homosexuales . Se les denomina khwaja seras, cortesanos transexuales, o, más vulgarmente, hijras, término que abarca a los hermafroditas, los transexuales, los eunucos y los travestis y narra con orgullo una historia en la que habían sido distinguidos sirvientes de las familias reales de emperadores musulmanes en los siglos XVIII y XIX. Cuenta la leyenda que se les asignaron estas funciones porque así los emperadores podían estar seguros de que las mujeres transgéneros no tratarían de propasarse con sus reinas y princesas.
No obstante, con el tiempo, esta función fue evolucionando hasta convertirse en ‘organizadores de fiestas’ con ocasión de nacimientos y bodas en las familias musulmanes de clase baja-media de Pakistán, India y Bangladesh.
Incluso hoy día, no es raro que un grupo de mujeres transgéneros entren, sin invitación, en la casa donde acaba de nacer un niño y se pongan a bailar y a cantar para la familia a cambio de una pequeña aportación.
Hoy en día, el comercio del sexo, el baile y la mendicidad son algunas de las pocas opciones que les quedan a los 50.000-150.000 ciudadanos transgéneros que hay en Pakistán.
En 2012, el Tribunal Supremo de Pakistán accedió a que se añadiera en las tarjetas de identidad una categoría de “tercer género”, reforzando así sus derechos legales.
Pero la legislación no siempre se traduce en una práctica cotidiana porque las redadas policiales son habituales en locales de ambiente a la que acuden personas transexuales para trabajar.
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