El presidente de Filipinas no cree en la reinserción de los criminales “porque la prisión los hace gays”
Es increíble como en el siglo XXI haya presidente de naciones soberanas que puedan tener la mentalidad y creencias de personas de la Edad Media. Esta vez ha sido el presidente de Filipinas, el controvertido líder que es notorio por hacer comentarios prejuiciosos, Rodrigo Duterte, quien ha afirmado que los presidiarios están “más allá de la reforma” porque “se han convertido en homosexuales”.
En un discurso pronunciado esta semana defendió el sistema de justicia en el país en relación a los temores internacionales de Naciones Unidas y de reconocidas ONGs por su apoyo entusiasta a las ejecuciones de criminales condenados. Duterte afirmó que si los criminales son enviados a prisión están “más allá de la reforma porque habrían adquirido una homosexualidad latente”.
Según el Manila Times, el presidente llegó más lejos pronunciado unas palabras que ponen en entredicho la equidad del sistema judicial filipino: “Los condenados ya son monstruos en el sentido de que son incapaces de establecer una relación con una mujer. Desarrollan la aberración de la mente. No quieren salir de la cárcel porque tienen comida gratis allí … y tienen amantes, quieren volver a la cárcel para estar con sus amantes”, e insistió, “Ojo por ojo, diente por diente. Esa es la ley básica de la selva. Si mataste a alguien, lo pagas con tu vida. Es retribución”. Eso quiere decir que piensa que los homosexuales son todos unos degenerados viciosos y que se tomará la justicia por su mano cuando lo crea conveniente, emulando a un reyezuelo de república bananera (porque yo lo valgo).
De hecho, Duterte en otras ocasiones admitió públicamente haber matado a presuntos criminales durante su mandato como alcalde de la ciudad de Davao.
Sin embargo, Filipinas es uno de los países más LGBTfriendly en Asia. Una encuesta realizada en 2014 arrojó que el 73 por ciento de los filipinos cree que la homosexualidad debe ser aceptada. Pero se ha hecho poco en el camino del progreso ya que no existen leyes nacionales contra la discriminación de las personas LGBT, ni el reconocimiento del matrimonio homosexual y el Código de Familia de Filipinas define el matrimonio como “un contrato especial de unión permanente entre un hombre y una mujer”.
Duterte también es conocido porque le encanta hacer chistes homofóbicos en público. Del embajador estadounidense, Philip Goldberg, quien no esconde su homosexual, el año pasado dijo durante una rueda de prensa: “Tuvo una discusión con un embajador gay… el hijo de puta me hizo enfadar”.
Durante su campaña a las elecciones presidenciales, Duterte sugirió que impulsaría una legislación que permitiera las uniones entre personas del mismo sexo. Sin embargo, más tarde cambió su postura y declaró que: “Esa es su cultura [occidental]. Eso es para ellos. Eso no puede aplicarse a nosotros, porque somos católicos. Y el código civil dice que sólo puedes casarte con una mujer. Para mí que una mujer se case con un solo hombre. Esa es la ley en Filipinas”.
¡Duterte, das mucho miedo!
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