Estudiantes tunecinos condenados por sexo gay hablan sobre los exámenes anales forzados y otros abusos sometidos en prisión
En una reciente entrevista publicada por el ‘Observatorio de Derechos Humanos’, (Human Rights Watch con las siglas en inglés HRW), una ONG internacional dedicada a la investigación, defensa y promoción de los derechos humanos con sede central en Nueva York (Estados Unidos), cuatro de los seis estudiantes tunecinos que fueron encarcelados en el mes de diciembre pasado acusados de sodomía hablaron sobre su traumática pesadilla en prisión donde fueron obligados a someterse a exámenes anales, recibieron golpes y todo tipo de humillaciones.
Los seis estudiantes que fueron detenidos en Kairouan (a unos 160 kilómetros al sur de la capital), el 4 de diciembre, después de que su casa fue asaltada por la policía en base a los informes del servicios de inteligencia local que afirmaban que “un número indeterminado de homosexuales estaban utilizando una casa en Kairouan para hacer actos de sodomía”, durante su interrogatorio en la comisaría de policía fueron intimidados continuamente e insultados usando palabras denigrantes para designar en árabe a los ‘homosexuales’.
Un estudiante llamado Jamel describe su tortura: “Empezaron diciendo que somos homosexuales y como lo negamos, entonces empezaron a golpearnos, patearnos a todos juntos”. Jamel también compartió que uno de los policías les ordenaron que se quitaran los calzoncillos para ver si su vello púbico lo tenían afeitado. Los estudiantes fueron llevados al hospital al día siguiente y se vieron obligados a someterse a exámenes anales.
Otro estudiante llamado Amar cuenta lo que ocurrió cuando se negó a obedecer las órdenes: “Yo fui el primero en entrar en la sala donde estaba el médico. Le pregunté al doctor, “¿Cuál es la prueba?” El dijo: “Una prueba como una mujer”. Lo que significa una prueba de virginidad. Le dije: “No, no me voy a hacer esa prueba”. El policía me gritó: “¡Respeta al médico!”. Yo le dije: “Estoy respetando el médico, pero rechazo la prueba”. Entonces el policía me dijo que escribiera que rechazo la prueba. Me llevó fuera a un pequeño jardín. Me pegó, me dio una palmada en la cara y me dio un puñetazo en el hombro y me dijo: “Vas a hacerte la prueba”. El médico no estaba mirando, pero sabía que estaba siendo golpeado. El policía me empujó de nuevo a la habitación y le dijo al médico: “Él va a hacerse la prueba” “.
Amar se vio obligado a firmar que estaba de acuerdo para someterse a la prueba a pesar de ir en contra de su voluntad: “El médico me dijo que fuera a una mesa de examen y me pusiera en posición como si estuviera orando. Me bajé los pantalones y me metió un dedo en el ano al que le había puesto lubricación. Mientras continuaba con la exploración me preguntó “¿Estás bien ahora?”. Le dije, “No, no estoy bien”. Luego cogió un tubo de medida de la longitud de un dedo y me lo introdujo. Me dijo que era para ver si había espermatozoides. Fue doloroso pero lo peor es que me sentía como si fuera un animal. Sentía como si me hubieran violando. Es lo que siento hasta hoy en día. Es muy difícil para mí”.
Kais, el segundo estudiante que pasó el examen, dijo que sabía que Amar fue golpeado por la policía al oír sus gritos. Para evitar los golpes, Kais se vio obligado a conformarse: “Me dieron una página en blanco y el médico me dijo que escribiera: El que suscribe acepto por la presente y autorizo a realizarme una exploración anal”. El doctor me amenazó: ‘Si usted no firma, voy a poner en su informe que practicaba la sodomía’”.
Los cuatro estudiantes entrevistados confirmaron que el sanitario les había introducido en el ano un tubo largo y delgado, transparente, aproximadamente del tamaño de un lápiz para tomar la muestra.
En el informe del médico que ha llegado a manos de la ONG HRW, escribió que los estudiantes habían tenido relaciones sexuales anales: “Hay indicios de homosexualidad pasiva habitual con penetración anal. Hay señales que indican que la persona ha tenido estas prácticas hace poco tiempo. En los últimos días, quedan restos de una penetración anal con un objeto sólido como la erección de un pene masculino”.
El 10 de diciembre de 2015, los seis fueron condenados a tres años de prisión y tres años más de ‘destierro’ de la ciudad de Kairouan cuando cumplieran la condena.
Los entrevistados dijeron que en el momento de entrar en la cárcel, los guardias comenzaron a abusar de ellos: “Empezaron a golpearnos. Nos alinearon contra la pared y nos afeitaron la cabeza. Ellos no hicieron lo mismo a otros detenidos que llegaron el mismo día desde el tribunal. Un policía se rió de nosotros diciendo: “Estos son los asnos que se rindieron”. Uno de nosotros, cuando nos afeitaron, sangraba por la nariz debido a la tensión pero ellos simplemente siguieron afeitándolo”, describió con crudeza el estudiante llamado Kais.
Amar también contó las constantes humillaciones y maltratos a los que eran sometidos por los funcionarios de la prisión: “Los guardias de la prisión nos llamaban y llevaban a una zona abierta y nos pedían que bailásemos o caminásemos como las mujeres, y si no lo hacíamos, nos golpeaban. Me ví obligado a hacerlo. Me pegaron para que yo lo hiciera. Un guardia de la prisión tomó un bastón y me la rompió en la mano porque yo no bailaba. Esto mismo lo hacían tres o cuatro veces a la semana”.
En este escalofriante relato Kais añadió: “Cuando se aburrían los guardias, nos ponían las esposas y nos golpeaban. Incluso nos puso las porras en nuestros anos con la ropa puesta. A mí me lo hicieron. Los primeros 10 o 15 días, lo hacían todos los días. Nos llevaban por el pasillo esposados, nos dejaban allí y luego todos los guardias desfilaban y nos abofeteaban”.
El 3 de marzo de 2016, la corte de apelaciones de Sousse redujo su tiempo de prisión a un mes, una condena que los estudiantes ya han cumplido y anuló el castigo del destierro. Sin embargo, a pesar de que salieron antes de tiempo, todos coinciden en asegurar que la experiencia les ha marcado de por vida.
Kais compartió: “El dolor físico desaparece, pero el dolor psicológico y emocional no desaparece”. Amar, que se había tratado de suicidar en la cárcel dos veces reveló que aún estaba sufriendo depresión y tenía la esperanza de que las visitas a un psiquiatra le ayudarán.
Todos los estudiantes también se vieron obligados a abandonar la universidad y algunos incluso se quedaron sin hogar debido a que su familia les rechazó.
“Mi familia sabía desde antes que yo soy gay y me apoyó. Me vinieron a visitar todas las semanas a la cárcel. Cuando regresé a Túnez, me quedé con ellos durante tres días, pero entonces parte de mi familia ejerció presión sobre mi padre para que me rechace”, dijo Kais.
La ONG HRW ha pedido al gobierno de Túnez que condene y paralice de forma urgente el abuso a los detenidos y prohíba a la policía a incurrir en un trato discriminatorio. La organización recordó que los exámenes anales forzados violan la ética médica. En un comunicado agregan: “El Ministerio de Justicia de Túnez debería prohibir los exámenes anales a hombres acusados de sodomía inmediatamente”.
Por último, HRW insta al Parlamento tunecino a eliminar de su legislación el artículo 230 del Código Penal que tipifica como delito las relaciones consensuadas entre personas del mismo sexo.
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