Expertos alertan del peligroso juego de la “ruleta sexual” en orgías gays con un seropositivo de ‘incógnito’
La “ruleta sexual”, que los adolescentes de entre 13 y 16 años de edad conocen como el juego de ‘El Muelle’, llegaba a España importado por los extranjeros procedentes de América del Sur en 2015. Colombia fue el primer país en el que se llevó a cabo esta práctica en fiestas al ritmo del ‘perreo’ u otros temas con tintes eróticos, pero poco a poco se fue popularizando en otros países como Argentina y Perú.
Aunque ya hay distintas modalidades para heteros y homosexuales, las ‘normas’ para participar en el juego son simples. La fundamental es que los chicos se colocan estirados uno junto a otro en círculos y otros van sentándose encima para ser penetrados. En un tiempo limitado deben practicar sexo en esta postura hasta que se acaba el turno y se cambia de pareja para volver a repetir la jugada. El joven que eyacula primero pierde, y el que aguanta más se convierte en el rey de la fiesta. Entre esas modalidades está la de realizar esta práctica de espaldas, tipo “serrucho”, la de hacer el juego entre muchos chicos y una sola chica, entre varias chicas con un solo joven o entre un número variado de participantes de ambos sexos.
Entre las consecuencias de estas prácticas están los embarazos no deseados, el alto riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual o de contagiarse de VIH, ya que además no en todos los sitios en los que se practica se acepta el uso del preservativo y se ha impuesto la modalidad de introducir de “incógnito” a un enfermo de sida.
Según publica Elperiodico.com, especialistas del servicio de enfermedades infecciosas y sida del Hospital Clínic de Barcelona han alertado de que se están realizando estas prácticas pero introduciendo en el juego a un seropositivo para darle más “emoción” a la experiencia. El doctor Josep Mallolas considera que se trata de una práctica altamente peligrosa y que los participantes parecen olvidar que la enfermedad, aún no siendo mortal, de momento es incurable y trae consecuencias nefastas en la salud para quienes las padecen. Entre ellas, su potencial mortalidad.
En una entrevista realizada para la cadena SER, Mallolas contó el caso de un chico gay que llegó a su consulta y le dijo: “Mi sexualidad es importantísima y no me quiero resignar a los 22 años a vivir el resto de mi vida con un preservativo puesto. ¿Que alternativa tengo?: Infectarme. Y cuanto antes me infecte y antes me trate y mantenga una carga viral indetectable, antes dejaré de sufrir por si me infecto. Cuando me lo dijo, me quedé helado”, explicó el médico.
Mallolas también ha contado que, a veces, el PrEP (Truvada) se pone a disposición de los participantes en este tipo de orgías pero advierte que la píldora preventiva del VIH no es una garantía de que no vaya a contraerse el virus si se decide no usar condón.
En España se han relajado muchísimo las medidas de prevención ante enfermedades infectocontagiosas como el VIH pero de ahí a exponerse al contagio libremente argumentando el que “a quien le toca, le toca” es absolutamente irresponsable. Nadie con dos dedos de frente puede cerrar los ojos ante la realidad.
Casi 16 millones de personas reciben tratamientos antirretrovirales en el mundo, el doble de hace cinco años. La multiplicación de los tratamientos de los que se benefician ahora 15,8 millones de personas, tiene también relación directa con la disminución en un 42% de muertes, desde el máximo observado en 2004.
En España hay entre 130.000 y 160.000 personas con VIH. Entre 2009 y 2014 se diagnosticaron 19.640 casos de VIH en nuestro país. A partir de 2011 se observa una tendencia, en general, descendiente. Se diagnostican unos 10 casos al día (más de 3.000 nuevos diagnósticos anuales) de VIH. Entre 20.000 y 30.000 de las personas que tiene VIH en España (un 25%-30%) están sin diagnosticar ya que el tiempo medio para conocer que se está contagiado con el VIH es de siete años.
Por el momento, a nivel mundial, las nuevas infecciones han caído a 2 millones en 2014, frente al pico de 3,1 millones alcanzado el año 2000, mientras que el número total de portadores del VIH es de 36,9 millones. Son datos lo suficientemente escalofriantes para no tomarlos a la ligera.
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