La vigencia infinita de lo atemporal
El Pa Volador estrena la carta de primavera, una experiencia gastronómica de 360º
El Pa Volador, un complejo gastronómico de características singulares, en el corazón de la Costa Brava norte, estrena la carta de primavera, moviéndose de nuevo en la experiencia gastronómica completa, de 360º, donde el comer se mueve en harmonía con un entorno muy especial, en el que el tiempo ralentiza su paso y nos evade de las agendas: disfrutar de lo simple, el ser y el estar, lo ocupa todo.
La nueva carta insiste en las raíces de la gastronomía que caracteriza la casa: el producto. Y toma como referente una de las especialidades atemporales de plena vigencia que define la filosofía del restaurante: las patatas de La Deu. Un producto artesanal y único, con 80 años de historia, que continúa acumulando réplicas a lo largo y ancho del sector. No en vano es la creación transversal por excelencia: responde a todos los paladares, de todas las edades, de todos los perfiles sociales, en todas las épocas del año y a lo largo de la historia, desde que se creó en 1943.
Junto a las patatas de La Deu, la nueva carta ofrece un repertorio de 30 platos, dirigido por el chef David Arroyo, que vuelve a su Mediterráneo original tras un recorrido por las cocinas de grandes chefs, que ha aportado en su búsqueda de propuestas sensoriales y delicadas que pivotan sobre el producto y preponderan el aroma y el sabor en boca.
Sobre la base de que todo está inventado, la carta discurre entre un recetario clásico que reinventa formas y busca la conexión ineludible con el territorio: rodaballo, calamar, pulpo, arroces, cabrito, entrecot y solomillos brillan junto a los aromas de los frutos de la huerta y la flora endémica.
El escenario arquitectónico completa la experiencia gastronómica: un jardín de inspiración francesa, cipreses toscanos, piscina de fuentes ornamentales coronada por bustos de emperadores romanos, un Partenón de seis columnas frontales, dos masías de siglo XVII, e interiores del románico, neoclásicos y modernistas, junto a referentes dalinianos.
Una armonía surrealista que se mece en el aparente caos perfectamente ordenado.
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